jueves, 6 de febrero de 2014

El pastor, las ovejas y el sistema sanitario

Érase una vez un pastor en cierto país que supo que tendría sólo la mitad de sacos de pienso para pasar ese invierno que el año anterior, y por lo tanto sus ovejas pasarían hambre. Decidió comerse una de cada cinco cabezas y al resto les repartió el pienso que tenía. En la primavera las ovejas casi no dieron lana, muy poca leche y estaban tan flacas que mi para carne valían. Pero al acabar ese año, habían sobrevivido y, pensaba él, ya serían mejores los años venideros.



Los servicios de salud de las 17 comunidades autónomas disponen de gran número de brillantes cabezas pensantes, formadas en carísimos cursos de gestión. Han reaccionado a la crisis que "pone en peligro la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario”.

Como respuesta a esta dura crisis, han reducido las plantillas de las Áreas de Salud y a los que quedan les han reducido el sueldo. Después, cada Comunidad Autónoma ha puesto en marcha las medidas que más le han parecido. Unos han pretendido cambiar todo el sistema por decreto, otros han aumentado la jornada laboral y han ahorrado por otras vías (desaparición de la actividad autoconcertada, reducción de conciertos externos, eliminación de carrera profesional, eliminación de manutención en las guardias, recuperación de las horas de libranza de guardia, etcétera, etcétera). Pero en general, para capear la crisis la mayoría de estos eminentes gestores han hecho lo que hizo un pastor sin estudios.

Independientemente de que parece evidente que en el sector sanitario hay margen de mejora para la productividad, todas estas medidas, muy gravosas para los trabajadores, han sembrado el descontento entre los mismos. Tanto que se ha extendido la impresión de que la "salvación" de la sanidad pasa sólo por las espaldas de quienes en ella trabajan. Es difícil que un decreto promueva la cooperación de los empleados.

El tiempo dirá si estas medidas han sido suficientes. Pero lo que sin duda se verá en un futuro es que se ha perdido una oportunidad de oro para reconvertir el sistema español. Porque se echan en falta medidas que no sean el fruto de la improvisación, sino de un estudio verdadero, desde todos los puntos de vista, de la situación del sistema sanitario. No valen 17 guerras y media (incluyendo al ministerio de sanidad), si no que es preciso que todos los actores de la sanidad española evalúen verdaderamente la situación actual, planteen posibles soluciones y promuevan un consenso social de qué es lo que queremos, o mejor, cuánto es lo que queremos pagar y la forma de aprovechar nuestro dinero sin malgastarlo en estructuras mastodónticas, repetidas 17 o 18 veces y en faraónicas obras propias de otros tiempos.

En definitiva, como miembro de la sistema sanitario español, esperaba de mis gestores que funcionaran de una forma distinta al ignorante pastor del cuento. Si es verdad que estamos saliendo de la crisis, los problemas que verdaderamente afectan a la Sanidad española no se han resuelto; ni siquiera ha habido un esfuerzo real y conjunto por identificarlos, y por ende, se ha perdido la oportunidad que la dura crisis nos ofrecía.

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