http://www.revistagq.com/articulos/por-que-las-humillantes-batas-de-hospital-van-abiertas-por-detras/16741
Cualquiera que haya tenido contacto con este tipo de pacientes sabe que lo más desesperante es la relación con su compañía de seguros. Éstas suelen ponerse en contacto con el médico responsable por teléfono, solicitando una serie de informaciones que habitualmente no se dan por ese medio. En este caso, el supuesto médico (es una llamada en la que se identifican como tal, siendo este extremo indemostrable) fue extremadamente indiscreto y se le "escapó" que la paciente era vicepresidenta de su comunidad autónoma y un cargo importante en el partido gobernante en su país de origen.
Por supuesto no informé de ello a nadie. La paciente insistía en no querer que se avisara a ningún familiar de su situación y al alta, que se prolongó unos días para permitir su desplazamiento, volvió sola a su país.
Al verano siguiente terminó el camino de Santiago y pasó por el hospital para saludar y agradecernos la atención prestada. Yo ya sabía que habían concedido una entrevista en un periódico de su región en la que había puesto por las nubes al sistema sanitario español y se mostraba enormemente agradecida por el apoyo humano recibido durante su enfermedad (nos había mandado una copia del periódico en una carta de agradecimiento).
Un ingreso hospitalario por una enfermedad grave, o potencialmente grave, es especialmente estresante cuando ocurre en el extranjero, donde es difícil entenderse con el personal (y más en España, donde los idiomas siguen siendo una asignatura pendiente) y se desconoce el funcionamiento del sistema sanitario en cuestión de seguros, abonos y gastos. Sin embargo, aquella mujer estaba muy contenta de que la operación quirúrgica y el ingreso le ocurrieran durante su viaje en solitario a España, ya que le había permitido una recuperación tranquila y sosegada. Me confesó, con un café de por medio, que me estaba especialmente agradecida por otra razón: no haber informado a nadie de su identidad y condición política. Estaba convencida de que, de haber llegado su identidad a los dirigentes "políticos" del hospital, su estancia se hubiese convertido en un infierno de visitas de politiquillos lameculos (palabra que utilizo yo y que ella, seguramente, no pronunció) y cuchicheos.
He recordado esta historia a raíz de la información aparecida hoy sobre la enfermedad de Artur Mas http://www.gaceta.es/noticias/artur-operado-urgencia-insuficiencia-cardiaca-09092014-0856. En un artículo periodísticamente desastroso desde el punto de vista médico, se informa de que el muy honorable ha sufrido una operación como consecuencia de una enfermedad grave. El periodista ha tenido poco tiempo para informarse médicamente de lo que habla, probablemente por la prisa en ser el primero en publicar la información. En los pocos párrafos del artículo se destaca que al presidente de la comunidad autónoma de Cataluña se le relaciona con la corrupción. Más allá del poco gusto de relacionar su enfermedad con sus problemas con la justicia, y de que la sospecha, dedicándose a lo que se dedica y viviendo en el país en el que vive, podría ser más que fundada, el periodista y su medio se han visto en la obligación de enviar una información íntima y personal, amparándose en el derecho de información. En estos casos, mientras que al médico se le exige el secreto profesional, el periodista hace uso de esa información sin permiso, seguramente, del interesado; y por supuesto sin pensar si a éste se le puede hacer algún daño con una información de la esfera de lo estrictamente privado.
Los políticos son humanos. O al menos casi todos. Pero lo son más en el momento en el que sufren una enfermedad grave. Y pienso que les deben asistir los mismos derechos que a cualquier otro ciudadano. En estas situaciones graves los hombres nos igualamos. Entiendo que los políticos pidan que se respeten esos derechos. Del mismo modo que entiendo que, ante la enfermedad, todos los habitantes de España quieran ser tratados de forma humana, sin importar el color de la piel o si llevan los papeles en el bolsillo.
NOTA: A estas horas parece más que dudoso que la noticia sea cierta, lo que no me parece que altere el sentido del texto.