La buena noticia de la mejoría, esperemos definitiva, de doña Teresa Romero,
ocupa hoy felizmente a los periodistas. Se repasa la cronología de
su enfermedad: la sorpresa de su contagio, la chapuza organizativa y de
comunicación de las autoridades sanitarias, los desmanes periodísticos y
otros aspectos de este caso que aún darán para hablar mucho tiempo.
Tras su curación y, esperemos, la salida del aislamiento de todos los
demás implicados pasaremos a ver las consecuencias políticas de este
episodio. Como español consciente de dónde vive, supongo que serán entre
escasas y nulas.
Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención en la prensa de esta
mañana ha sido el decidido reconocimiento al trabajo de quienes se
han ocupado de la paciente. El medio sanitario siempre conlleva algún
riesgo, aunque en general creo que bastante bajo. Quizá alguna
exposición a virus como el de la hepatitis, o el VIH, pero con baja
probabilidad. Yo no creo que esta profesión sea "de riesgo" como he
leído en algún artículo. “Más duro es el andamio”.
Estamos ante una enfermedad con un halo de incertidumbre y
desconocimiento rayanos en el misterio, lo que nos debe hacer ponderar en
su justa medida la disposición de estos trabajadores a atender a
pacientes con enfermedad por virus del ébola. Han cumplido con su
obligación, evidentemente. Pero estaban ahí. Y han trabajado en condiciones precarias de seguridad, en parte por las características propias del virus
y el desconocimiento de la enfermedad, en parte por improvisación de
los responsables político-sanitarios y en parte como víctimas de los
recortes. Este cóctel tan peligroso tuvo como consecuencia el contagio
de Teresa Romero, y nadie puede asegurar que quienes la han atendido a
ella no puedan verse en un plazo de 2 a 3 semanas en su misma situación.
Siempre me ha parecido muy cinematográfico cuando un paciente me dice "doctor, me ha salvado usted la vida”. Porque es mi trabajo. Me produce gran satisfacción poder dar el alta a un paciente oncológico operado, tras un seguimiento de 5, 6 o 7 años, por supuesto. El agradecimiento expresado por un paciente y por su familia, incluso si las cosas han ido mal, es lo que, ahora mismo, más me gratifica en un contexto en que nuestro trabajo cada día tiene que pelear más contra un ambiente deshumanizado y políticamente podrido.
Siempre me ha parecido muy cinematográfico cuando un paciente me dice "doctor, me ha salvado usted la vida”. Porque es mi trabajo. Me produce gran satisfacción poder dar el alta a un paciente oncológico operado, tras un seguimiento de 5, 6 o 7 años, por supuesto. El agradecimiento expresado por un paciente y por su familia, incluso si las cosas han ido mal, es lo que, ahora mismo, más me gratifica en un contexto en que nuestro trabajo cada día tiene que pelear más contra un ambiente deshumanizado y políticamente podrido.
Serían dos cadáveres políticos en cualquier otro país, aquí aún tienen recorrido |
Ahora sólo espero que el infame Consejero de Sanidad de Madrid sea capaz de callarse y no aprovecharse del trabajo que han hecho sus empleados, a pesar de su manifiesta incompetencia. Ha pasado el momento de sainetes, señor consejero, ahora va siendo hora de hacer un discreto mutis por el foro, para siempre.
Por eso
yo sí quiero transmitir con humildad mi agradecimiento a esos
trabajadores sanitarios que han hecho tan bien su trabajo en este caso
tan significado. Doña Teresa vive porque la medicina de hoy lo permite, pero
sobre todo porque ellos han cumplido con su obligación de forma
competente, poniendo su vida verdaderamente en riesgo. Gracias,
compañeros, por demostrar vuestra profesionalidad y vuestra valentía.
Vídeo: Laboratorio Nivel 4, Boston