Ayer una pesada niebla de silencio inundó de tristeza el aire, haciéndolo denso y desagradable de respirar. Porque hace cuatro días, cuatro, aún compartíamos la alegría del encuentro fugaz con las preocupaciones del día a día, los enfados y las cargas de cada día. Y cuán nimias nos parecen ahora, nadando en esa densidad pastosa de la noticia.
Qué cruel es la enfermedad, pero qué difícil es recordar en la salud, aunque relativa, qué es lo importante y qué lo accesorio. Ánimo en tu desgracia; al menos el recuerdo de bondad, el poso de buena gente que dejas mientras vuelves, para que podamos volver a enfangarnos en la porquería del día a día olvidando lo que de verdad importa, te debe reconfortar.
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