Ayer, víspera del día del trabajo, me ocurrió algo que me hace ver esta celebración con ojos distintos a los de otros años.
Me dedico fundamentalmente a cirugía oncológica. La relación con estos pacientes es con frecuencia más estrecha de lo habitual en pacientes quirúrgicos. Quizá más cercano a lo que viven los médicos de atención primaria. Ayer vino una paciente a la que ya en su momento pedimos (por no decir exigimos) sin mucho éxito que adelgazara tras operarse de una neoplasia de colon. La cirugía fue bien y el pronóstico es bueno. Sin embargo presenta una hernia incisional (eventración postoperatoria) que le molesta y que, por tanto, deberíamos operar.
La mujer ha engordado aun más, lo que dificulta y empeora el pronóstico de la operación, por lo cual intenté convencerla de que adelgazara, esta vez con más decisión.
La paciente casi se me echa a llorar. En los últimos meses le ha abandonado su marido y dado que no tiene ningún medio económico para mantenerse a sí misma y a su hija adolescente, acude a comer diariamente al comedor social. Exigirle que adelgace a una persona que come lo que le sobra a esta podrida sociedad y que se lleva para merendar y cenar, ambas, medio litro de leche y un paquete de cuatro galletas María, me pareció obsceno.
Resulta casi incomprensible que hayamos pasado de una situación de pleno empleo en media España a un estado de depravación laboral, social y moral como el que tenemos este 1º de mayo. El baño de realidad que muchos españoles nos hemos dado a base de palos parece tocar solamente de refilón a quienes toman las decisiones. Mientras nuestros políticos sigan viviendo en una burbuja de ilusión, fantasía y coches oficiales, seguiré teniendo estos días de salir de la consulta con ese sabor amargo sobre la lengua. Como ellos, los políticos, pertenezco a los afortunados. Pero vivo en contacto con la realidad, hablo con la gente y siento la misma vergüenza que la que sufren estas personas por estar como están. Yo me quedo con la amargura, los "servidores públicos" con la foto encabezando manifestaciones que no entienden, la paciente con el hambre.
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