martes, 4 de marzo de 2014

Igualdad, mérito, capacidad y mediocridad



Ha aparecido recientemente la noticia de la anulación de una oposición en una universidad española por trato de favor de un candidato local.

Este sistema, basado en los principios que regulan el acceso a la Función Pública, trae causa de los artículos 23.2 y 103.3 de la Constitución Española (CE) referentes a la igualdad, mérito y capacidad y lleva años siendo aplicada en las universidades y en muchas otras oposiciones que se celebran en España. Gracias a este sistema hemos conseguido las universidades más justas del mundo que ocupan lugares punteros en los ranking mundiales. Hay prácticamente unanimidad en todas las clasificaciones: para encontrar una universidad española hay que ir a los puestos 200 a 300. Para estar orgullosos.

En la Universidad de Harvard el catedrático es el mejor de entre los candidatos y su situación en el firmamento de las universidades demuestra que ellos sí eligen a los de más mérito y capacidad, sin oposición. Es posible que sea difícil definir al mejor, pero no suele ser ni el hermano del presidente de la Diputación, ni la prima del cuñado del jefe de la caja de ahorros. Gracias a los principios de igualdad, mérito y capacidad, la universidad pública española sigue en un proceso de endogamia que la afianza en la mediocridad y la vulgaridad, tanto docente como investigadora.

Es evidente que este sistema es un fracaso. Sin embargo, viviendo en el país en el que vivimos, la alternativa de una selección a imagen y semejanza de cualquier otro país civilizado parece inviable. Seguimos en un mundo de enchufe, tráfico de influencias y otras actitudes mafiosas de defensa de la familia, ya sea política, económica o propiamente de lazos de sangre. No hay nada que hacer.

Solo el ejemplo de las escuelas de negocios nos permite ser optimistas. Aunque claro, me ha parecido siempre un contrasentido tener las mejores escuelas de negocios del mundo y estar, económicamente, donde y como estamos. A ver si es que vamos a salir de las brasas para caer en el fuego...

Creo que no hay peligro.

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